Monday, May 9, 2016

Noches de Insomnio: Bikers Zone


Hay veces que me puedo sentir abrumada por las cosas cotidianas. Quien bién me conoce sabe que detesto las rutinas. Es posible que despierte una mañana con deseos de hacer nada; nada de lo mismo. Soy la única que me conosco bién y que soy capaz de hacer algo para sentirme siempre mejor. 

Me levanté y me tomé un café mientras escuchaba los pájaros cantar, no quise pensar en nada, ni en nadie.  Me puse una t-shirt, mis jeans, mis botas, tomé un abrigo, agarré las llaves de mi auto y me fuí apresurada, sin rumbo fijo. Sin pensarlo dos veces me fuí, me escapé de mi “comfort zone”, a mi “happy zone”.

Mientras manejaba rumbo al norte, porque siempre busco mí norte, me iba alimentando las energías con el brillante sol, auque podía sentir el frío de la mañana, pero ya comenzaba a sentir un ánimo real. Ya estoy a punto de llegar. 

Con un saludo muy coqueto le dije a la seguridad del “parking lot” que iba para una conferencia en la universidad. Él como muchas veces me permitió estacionarme libre de cargos. Claro en esta fecha es más fácil ya que los estudiantes estan de “spring vacation”. Dejé mi auto en el lugar de costumbre y me bajé, mientras observé como el “security guy” me miraba, le di la mejor de mis sonrisas y caminé en dirección contraria de la universidad y me perdí bajo las gigantes carreteras que se entrelazan conectando a los transeuntes de sur a norte y de norte a sur. 

Con café en mano y mi fiel compañera, mi cámara fotográfica llegué hasta mi “happy zone”, allí me dejé caer sobre el suelo todo polvoriento, y comenzé a mirar las paredes de concreto, y el cielo azul a un lado. Tomé un sorbo de mi café y sonreí. 

Comenzé a analizar mis sentimientos: soy libre, hago lo que quiero, soy dueña de mi vida, éste es mi mundo. Un poder increible llenaba lo más profundo de mi ser. Cerré mis ojos, en la aventura de lo peligroso, de lo riesgozo, de lo inesperado, pero los miedos, no trabajan conmigo. 

Sumergida en un letargo de mimos hacia mi misma, comenzó a vibrar mi teléfono en el bolsillo de mi abrigo. Ah, sonreí otra vez. Quién es la persona que pudo adivinar mi “mood”. Era él. 

Como adivino, solo preguntó; _“¿qué estás haciendo?” No pude aguantar mi carcajada y sin antes concluirla me hizo otra pregunta; _“¿estás en tu happy zone?” Cómo lo sabes, fue mí respuesta. _“Simplemente pensé en ti, y te sentí cerca”, me dijo. Luego me preguntó,  _“¿quieres estar sola?” No estoy sola, estoy conmigo misma, mi mejor compañia. También estoy con el tráfico, con el concreto, con el cielo, y un café delicioso que traje de la casa, le respondí. 

_“¿Me invitas a estar contigo a disfrutar de esas cosas-tan raras y locas, tuyas?” Ahora fue él quien echó unas carcajadas, y le dije, sí, te invito. Aunque nunca lo hemos hablado, yo se que él sabe que es el único dueño de la dirección de mi “happy zone”. 

Simplemente desconectamos la llamada, apagué mi celular y volví a sumergirme en mi ensueño del día. Al cabo de un tiempo, oigo el rugido de su motor. Ya estaba aquí. Se bajó de su moto con un bolso, caminó en mi dirección y con una sonrisa me lo entregó. Yo me sonreí mientras lo tomaba, y en el me traía una manzana, agua de vitaminas y un yogurt. 

Sin decirnos nada se sentó a mi lado, y cerró los ojos. Puse el bolso de “snacks” a un lado, hice lo mismo. Ahora sí comenzé a pensar en lo maravilloso de tener un amigo como él. Alguien que sutilmente me conoce, parece entenderme y es capaz de ir con mi “flow” sin complicaciones. Abrí mis ojos, luego de un rato y aún estaba ahí, recostado de la pared, en el piso, con su cara hacia el cielo, con sus ojos cerrados. Suavemente le di un beso sobre sus labios y al abrir los ojos me preguntó; _“¿lista?”. 

Con mi sonrisa le dejé saber. Se levantó, extendió su mano, y le ofrecí la mía, me dio un tirón que quede de pie cuerpo con cuerpo, rostro con rostro. Depositó su mirada penetrante en mis ojos, olia tan rico, luego me abrazó fuertemente. Caminamos hasta su moto, se subió en ella y me volvió a mirar. Me subí a su moto, y me abraze fuertemente a él, con mi rostro en su espalda sintiendo el frio de la mañana en su abrigo de piel; encendió el motor. 

Manejó hasta la salida del “parking lot”. Un rumbo nuevo, sin rumbo, pero yo felíz, humanizada, encontrada con mis sentidos, con la realidad en mis manos de poder soñar en un mundo que ya ni sueña, soñando dormida, soñando despierta. 

Nos aproximamos a el “gate” de salida del “parking lot”, allí estaba mi “security guy”, aún con una sonrisa me dice; “trabajo hasta las 6PM”, le di el bolso con los “snacks”. Él aceleró su moto y entre el rugido del motor y la velocidad volví a asegurarme que estoy viva. 


Señora Coqueta.

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